Cuando me invitaron a escribir acerca de Alfonso Villagrán, no lo dudé. Lo conocí a través de una amiga en común en una típica noche de degustación de exquisitos tragos de autor. Luego del segundo uno arranca el auto con destino a cualquier lado con la promesa de que la vida es tan gratificante que merece ser compartida con gente buena onda. Y así fue.
Bajo el nombre de “Art Is For Lovers”, Alfonso vive de lo que mejor saber hacer: crear. Mientras algunos pasan 8 horas en la planta baja de algún sofisticado edificio esperando a ser ascendidos al piso 3 para engordar su billetera y “posicionarse” en la sociedad, en la vuelta de la esquina hay personas que no quieren ser utilería de nada, ni de nadie. Y que viven de lo que los hace vibrar.
Basta con conocer lo que hacen para entender de qué están hechas…
Algo conocía del trabajo de Alfonso pero poco sabía de la verdadera intención que había atrás de sus creaciones. Sus trabajos llaman la atención de cualquiera al punto de que es tomado en cuenta por importantes marcas internacionales para diferentes acciones donde su pulsión creativa se lleva todo el protagonismo.
Sus obras no solo suponen una forma de expresión acompasado de un resultado final que emociona. La imaginación juega un rol crucial en su vida, transitando internamente en una amplitud tan exquisita que es muy probable no imaginarse lo que se traerá entre manos en el próximo trazo. A mi entender, crear sin límites es un atributo muy importante en alguien que está buscando manifestarse a través de la expresión.
“Yo me veo como una persona en la que puedo expresar lo que siento a través de lo que hago, de hecho, fue algo necesario en mi vida y que todo me llevo a esto a lo que hago hoy”
Para Alfonso, la palabra “artista” es muy amplia y no se considera parte de ese minúsculo estrato social donde pertenecen algunos pocos que, según la lupa de otros, gozan del privilegio de haber nacido con otros dones. Él simplemente se expresa con normalidad.
Su estilo artístico respira posmodernidad por donde se lo aprecie. El simple hecho de expresarse sin ningún tipo de pudor y de afirmar que se divierte con las diferentes interpretaciones de sus trabajos, habla de una persona que ve la controversia desde una perspectiva trivial y de aprendizaje. Algo muy similar me pasa cuando escribo, uno inevitablemente busca una reacción, da igual si es mala o buena, pero siempre es muy confortable que las personas sientan algo con tus trabajos.
El poder de las emociones
Siempre fui una persona muy transparente con mis emociones, decreté que puedo controlarlas, pero no puedo ocultarlas. Sería un delito reprimir algo tan sano y natural como entender que estamos hechos de muchos condimentos fascinantes, la emoción es por demasía el premium. Ese que no abunda en la góndola y que se encuentra en un lado muy profundo del corazón para cumplir una única función: sanar.
“Mis emociones varían según mi día, creo que el único momento donde puedo controlar mi ansiedad es cuando pinto”
Si de sanación hablamos, el arte de la expresión hace de terapia en nuestras vidas y en mi caso, creo que ni, aunque me consigan hora con el terapeuta más pro del mundo, la escritura va a poder ser sustituida por algo o alguien para calmar o apaciguar un dolor.
Sabemos que los artistas siempre estuvieron asociados al decline mental, pero generalizar es malo, muy malo. En el caso de Alfonso Villagrán, pintar está directamente asociado con el buen humor y con la valoración de la vida desde todas sus perspectivas.
“Mis obras maduran al ritmo que maduro yo, si eso no pasase me estaría preocupando porque significa que no estaría disfrutando de la vida”
Con solo entrar a la cuenta de Instagram de @artiIs4lovers uno puede scrollear hacia abajo y sentirse automáticamente anonadado con tanto talento y capacidad de generar nuevas creaciones constantemente. Más de uno podría afirmar – En mi vida podría hacer algo así. Entonces claro, el mundo digital pasa a ser una vidriera más de algo que nos es totalmente ajeno (o por lo menos nos creemos que así funcionan las cosas) y le dejamos la beta artística a los que “la tienen”.
Cuantos más artistas conozco (tanto maduros como emergentes), más me cuestiono por qué la gente promedio ve el arte como algo tan lejano teniendo tantas herramientas para poder sacar a flote lo que somos y para inevitablemente apuntar al dolor de una manera directa y profunda.
Desde mi punto de vista el arte cumple una función demasiado productiva entre los seres humanos: conocerse mejor. No creo que se necesite tener una técnica impecable o el “toque” para pintar un cuadro, tocar el piano, escribir un artículo o para diseñar el logo de una marca.
Es algo que tenemos intrínseco. Hasta que no lo naturalicemos y desbloqueemos las creencias elitistas de que el arte fue dado por algo superior a solo algunos, jamás vamos a intentar dar un paso más en la evolución.
La creatividad sigue siendo una asignatura pendiente para muchas personas del mundo entero y lo más irónico de todo esto es que hay gente muy creativa que no tiene ni idea que lo es. También veo gente que no tiene ideas brillantes, pero como son más osados que el resto, ponen en práctica esta sensibilidad de la que vengo hablando en varios párrafos detrás.
Estoy bastante cansada de las etiquetas para sentir que pertenecemos a algo que nos hace sentir cómodos. Salir de la comodidad es un gran paso para apreciar otras versiones de nosotros mismos y para descubrir que especiales somos todas y todos.
Y vos… ¿qué vas a hacer hoy mismo para expresar lo que sentís?
Por Carolina Barreiro
No Comments